Mujeres maternales, cuidadoras, trabajadoras, o profesionistas exitosas. ¿Es esta una tarea fácil de realizar? ¿Es un mito o una realidad? Esta difícil tarea exige a la mujer de hoy ajustarse constantemente a una infinidad de cambios para cubrir con creces las demandas de sus diferentes roles como madre, esposa, empleada o profesionista, extralimitándose a su propia naturaleza física.
La necesidad de auto realizarse obliga a la mujer a la aceptación
gustosa de dicha complejidad, lo que le lleva al pago diario de una dolorosa
factura, como el hecho de ver deteriorada su salud emocional, física y
psicológica por el estrés constante al intentar ser una súper mamá
moderna.
Lo triste es que a pesar de todo, muchas madres no
logran sentirse plenas y realizadas, pues la mayoría de las veces las cosas no
funcionan como ellas esperan aún con todos los esfuerzos. Las demandas constantes
de parte de sus hijos, esposos o jefes, las orillan permanentemente a
cuestionarse si lo están haciendo bien, si está valiendo la pena. El saber si
son buenas madres y si pueden lograr el éxito profesional sin descuidar su
hogar y a sus hijos, es una de sus mayores preocupaciones, lo que en muchas
ocasiones les llega hasta quitar el sueño.
La situación antes descrita
genera culpa, y con el tiempo, depresión, lo que trae como consecuencia una
frustración mayor que afectará también a los hijos. Un ejemplo de ello es
Martha quien con 42 años a cuestas, nos comenta en terapia: “Últimamente
me siento culpable, estoy constantemente cansada y no logro pasar más tiempo
con mis hijos, quiero estar con ellos pero entre el trabajo y el hogar no me
queda tiempo; ayer por ejemplo necesitaba dejar todo limpio, organizar la
comida, revisar las cuentas, ir al súper, llevar a Isaac al doctor y a Rosita
al dentista, ir al banco y regresar a la oficina por la tarde; por la noche
regresé agotada y todavía tuve que preparar uniformes, el lunch del día siguiente, darles
de cenar y mandarlos a dormir a su hora, prometiéndoles que ahora sí mañana
jugaríamos un rato, pero... eso nunca sucede."
Agrega Martha: "Todos los días me repito: -Mañana
trataré de pasar más tiempo con mis hijos. Al otro día la historia es la misma,
y es cuento de nunca acabar, cuando veo ya es de noche y lo único que quiero,
es tener un tiempo para repasar mis pendientes del otro día.” Martha vive
agobiada, estresada y por supuesto malhumorada. La pregunta sería ¿Valdrá la
pena lo que está haciendo? ¿En verdad se está realizando? ¿A dónde se dirige
con esta forma de vida? ¿Qué resultados va obtener en un futuro con sus hijos?
Esta saturación de
actividades y roles que cumplir obliga cada vez más a muchas mamás a vivir bajo
presión constante, lo que las expone y hace peligrar la felicidad y
tranquilidad del hogar. Situaciones como el tener que dejar solos a sus hijos o
al cuidado de terceros, o mantener únicamente el rol de autoridad, proveedora o
de mayor permisividad, la separa de mantener un vínculo real con su familia.
¿El resultado? Sin darse cuenta, la mujer se convierte en una extraña,
pues a pesar de vivir en la misma casa, su mente está centrada en organizar y
planear cómo hacer para cumplir con sus actividades.
Esta situación parece ya tan normal que no puede notar
cómo pierde los momentos más importantes de la vida de sus hijos. Lo anormal se
disfraza de normalidad porque valora su ausencia en pro de una ganancia
económica para el bienestar familiar que retribuirá en su independencia
económica o satisfacción personal. ¿Pero qué sabe de sus hijos? ¿Qué piensan,
qué sienten, a qué juegan y con quién juegan cuando ella no está?, ¿cuáles son
sus sueños o sus mayores miedos? Irónicamente
el motor de una madre es ofrecer mejor calidad de vida a sus hijos y con esta
forma de vida, son ellos los más afectados.
La solución no es
que las madres se queden en casa, pues hay muchas que no trabajan y entre las
amigas, el café y sus clases de pintura, Pilates o desarrollo humano, pasan
menos tiempo con sus hijos que quienes sí lo hacen. No se trata de parar la
realización y el progreso de la mujer, se trata de equilibrar, de poner en
primer lugar el bienestar y la seguridad familiar, dejar de lado lo esperado
por una sociedad artificial y consumista, y recobrar el verdadero valor de la
familia fomentando la unión y el cuidado personal hacia los hijos. Buscar
no sólo darles el bienestar económico sino el emocional, planear la vida
familiar de modo que la convivencia cotidiana sea posible, junto con la
enseñanza de hábitos sanos y una disciplina dentro de límites del respeto y el
amor.
Se trata de buscar
las mejores oportunidades para el desarrollo personal que se ajusten mejor a
los horarios de la familia, y no de adecuar la familia a los horarios de un
trabajo demandante, pues por muy buenas ganancias que aporte, nunca podrá pagar
la estabilidad y el sano crecimiento de los hijos.
Muy fácil decirlo, pero ¿Pero cómo hacerlo? La
mujer está dotada de muchos talentos y habilidades. Debe ponerlos en práctica
para lograr esta difícil tarea de ser una madre nutricia y una exitosa
trabajadora al mismo tiempo, por ejemplo:
- Mantenerse
siempre ubicada en su posición, primero se es madre y después se acomoda
lo demás.
- Amar el
ser madre, no ver a los hijos como obligación.
- Nunca
olvidar la importancia de su papel como madre y formadora de los hijos.
- Jamás
anteponer por una ganancia económica su compromiso y papel de madre.
- Nunca
extralimitarse en sus compromisos, organizar sus tiempos.
- Evitar
vivir estresada y saturada de actividades laborales que la alejen
constantemente de su hogar.
- Buscar
ocuparse dentro del horario escolar de sus hijos.
- Mantener a
sus hijos ocupados en actividades cuando los tenga que dejar por cuestiones
de trabajo.
- Evitar que
se queden solos en casa viendo por horas la T.V o la Internet.
- Organizar
su tiempo para comer junto con sus hijos.
- Dedicarles
media hora mínimo de manera independiente a sus hijos para realizar una
actividad o jugar un juego de mesa o platicar sobre sus necesidades e
intereses.
- Escuchar a
sus hijos cuando estos demanden su atención, antes de dar una sentencia o
juicio.
- Sopesar y
valorar que vale más un excelente puesto con ganancias formidables que
requiere de usted 18 horas al día o un trabajo no tan remunerado que le
permite vivir, pasar tiempo de calidad y cantidad con su familia.
Ser madre es una
labor de entrega y compromiso constante, es la ocupación más redituable, un
beso un abrazo de tus hijos, un "Gracias mamá", te dan toda la
realización y ganancia deseable. Es una elección más no una imposición, puedes
ser lo que quieras pero, primero eres mamá.
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