Donde cualquiera otro ve solo televisión, un comunicólogo echa a andar su percepción múltiple, su mirada compleja. También se divierte, deja de lado el análisis solicitado en clase, para entregarse de lleno al instante-masa, y asimila las órdenes del animador que prepara al público antes de la salida al aire, las sonrisas, los autorretratos digitales y su expectación, hablan del disfrute.
El pasado jueves primero de octubre, los estudiantes de la licenciatura en comunicación del sistema escolarizado de la Universidad Americana de Morelos (UAM) acudieron a los estudios de Televisa Santa fe, para participar en la transmisión en vivo del reality show, Big brother.
Son cuatro grupos, treinta y ocho estudiantes. Cada parte de su formación toma un camino: se identifica la iluminación robótica, se ubica el teleprompter, se clasifica el estilo industrial de la escenografía y sus diversos elementos, se cuantifica a vuelo de pájaro la inversión y su retorno en materia de publicidad y audiencia, se conecta el análisis del público objetivo y la barra programática caracterizando al público presente, se observa a los reporteros de espectáculos sentados en el área VIP, quienes trabajan al lado de los interventores de gobernación, familiares y amigos de los involucrados en el espectáculo.
Antes de ello los estudiantes ya han hecho el viaje, han esperado mucho tiempo su entrada a las instalaciones, y han experimentado la expectación del proceso que les garantiza el ingreso al foro, donde la magia de la televisión en vivo espera a ser observada de un modo distinto a lo que ellos mismos preparan en su universidad. Aquí verán en acción una franquicia en toda su fuerza.
Han charlado previamente con Tere Izunza, la coordinadora de audiencias que les invitó, quien explica la complejidad y la tensión que se desatan en una producción en vivo, les recuerda que la empresa a la que van a entrar es la más importante de Iberoamérica y una de las más importantres del ramo en el mundo, y les insta a observar el trabajo de los conductores, jefes de piso, utileros, camarógrafos, ingenieros, y demás personal de seguridad, limpieza y urgencias presentes en el foro.
La transmisión ocurre sin sobresaltos, todo según los mandatos del guión y el jefe de piso, el público aplaude o entra en silencio luego del corte, se corean consignas acordes al momento que se vive en el desarrollo del programa, y se interactúa con la conductora conforme se requiere en el guión o en su improvisación que busca incrementar la festividad del foro.
Transcurren las horas y se termina la historia del día. Los comunicólogos, seducidos como el público televidente, recuperan sus hábitos de observación, pero aproverchan el tiempo para continuar con los autortretratos y dar testimonio de su paso por el escenario, pues algunos incluso han cantado para el resto de la audiencia fuera del aire.
Lentamente se abandona el foro, se entregan las contraseñas de acceso, se transita hacia el frío de la noche entre comentarios y la búsqueda del transporte de regreso. La visita ha terminado, pero el viaje continúa, lo hará mientras recuerden el hecho, mientras importe, mientras su reflexión les siga enseñando algo, o solamente les reporte el mero placer de recordar una experiencia.
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