Era
un sábado como cualquiera, me levantaba como de costumbre muy temprano,
veía mi programa favorito mientras poco a poco me vestía para que a
mediodia ya estuviera totalmente lista. A esa edad, a los seis años
cualquier cosa es importante, divertida y nueva, esperaba ansiosa a que
papá me dijera como cualquier sábado:
-¡¡Vámonos a jugar!!
Y por fin llegó la hora, papá nos...(Seguir leyendo)
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