Por Juan Pablo Picazo | Tutor de Comunicación
Buenas noches (1):
Dice el filósofo alemán
Martín Heidegger, en su ensayo El origen
de la obra de arte, que el artista procede de la obra así como ésta procede
de él, de modo que uno no es sin el otro (2). Dicho esto bastaría para creer, entre escritores, que el único propósito del texto
es el ser escrito por el autor y que éste ha de ser considerado autor sólo por
haber escrito la obra, pero no es así.
Dice aún más Heidegger, y
lo hace de un modo categórico: “Si una obra no puede ser sin ser creada, pues
necesita esencialmente los creadores, tampoco puede lo creado mismo llegar a
ser existente sin la contemplación (3)”.
Así pues, la difusión de la obra de arte en el seno de la sociedad que la ha
producido es imprescindible para que alcance su completa condición como
instrumento de la cultura para hacer patente la verdad del mundo que la
concibió.
El tutor de Comunicación, durante su participación en los festejos por el XV aniversario de la Maga. |
Desde que comencé a publicar
mis primeros textos en los medios locales hacia 1988 y hasta la fecha, una de
las características inequívocas de la literatura en el estado de Morelos fue la
escasez crónica de espacios para publicar, exponer, analizar y enseñar nuestra
disciplina artística. Un servidor encontró que la razón principal para ello es
que la literatura, según el juicio de aquellos a quienes compete por encargo
público promoverla, carece del brillo glamoroso de los escenarios y las
galerías, y por lo tanto, de las salas abarrotadas. Por lo que en el consabido
idioma de los informes de gestión, las artes escénicas y las artes plásticas, dan
mucho más que reportar en rubros como “población beneficiada” y “acciones de
gobierno”.
Y no es que la literatura
carezca de poder para convocar a las multitudes, las apariciones públicas de
grandes autores como nuestro Jaime Sabines en 1996 y Mario Banedetti en 1998, quienes
abarrotaron Bellas Artes, lo demuestran. No, pero de acuerdo con las mentes de varios
gobiernos —hasta ahora con dos colores diferentes— la literatura no “viste”
igual, como se los hemos oído decir en corto repetidas veces.
Ya algún director del
Instituto de Cultura de cuyo nombre no vale la pena acordarse, hizo un ambiguo
intento por remediar esta carencia convocando a varios artistas de diversas
disciplinas a integrar un consejo asesor que le hiciera ver clara la situación
con respecto a los espacios destinados a la difusión. Cuando tocó en turno la correspondiente
a las letras morelenses, nombró un coordinador de literatura —pues la figura no
existía en su estructura debido a que no estaba ordenado así en su decreto de
creación— y más tarde el asunto se olvidó, pese a nuestra oficiosa tarea de
recordarle tal pendiente, lo que a la larga fue uno de los factores que le
llevó a disolver dicho consejo.
Ya luego se pondrían en
práctica otras ideas para remediar esta falta; entre otras, la creación de una
Coordinación editorial, cuya labor ha estado supeditada a los propios programas
emanados del Instituto y en una u otra administración, también a la urgente
tarea de publicar a un cierto sector de autores muy cercanos a sus estructuras;
no niego que haya venido mejorando su actuación desde entonces, pero resta
mucho por hacer.
Llegados a este punto, como
la iniciativa privada tradicional tampoco tomara en sus manos lo que los
gobiernos sólo han atenuado con placebos, eso sí bienintencionados, los propios
escritores han mutado en más de un caso en editores independientes, y así,
mediante revistas como El perro azul
y La piedra, o editoriales como Clandestino y Zetina y espacios como el Callejón
del libro procuran suplir la falta.
O bien, una nueva clase
empresarial instalada en la seguridad de que la cultura puede también ser una
industria, han abierto foros como La maga,
y El manojo entre muchas otras iniciativas cuya
importancia es innegable, han brindado a la literatura morelense nuevos y
refrescantes cauces, como bien le corresponde.
Tras 24 años de andanzas
sin embargo, veo que muchas cosas han cambiado. Los escritores de la entidad como
los de cualquier parte del mundo con acceso a la red de redes, tenemos múltiples
posibilidades para debatir, publicar, desarrollar programas de radio y
televisión y hasta editar nuestra propia obra, gracias a la blogósfera y las
redes sociales, lo que es de suyo maravilloso sin que por ello las instancias
obligadas por la ley a crear y promover espacios dignos y accesibles, estén
disculpadas de su tarea. En ese renglón no estamos ante un avance sustancial,
pues pese a los pasos timoratos, que son pasos adelante al fin y al cabo, aun
faltan los espacios equitativos y la edición plural del trabajo de los autores
morelenses.
La mesa de análisis en pleno. de izquierda a derecha: Bárbara Durán, Kenia Cano, Davo Valdéz, Alma Karla Sandoval y Juan Pablo Picazo. |
Así, quizá la organización
social surgida a raíz de la violencia y la inseguridad, a la cual los
escritores no somos por supuesto ajenos, tarde o temprano rinda frutos como en
su momento lo han hecho las asociaciones, sociedades y otros tantos organismos
de autores en otros estados, cuyo trabajo colegiado ha logrado la apertura de
espacios, la instauración de programas e incluso el inicio de concursos a lo
mejor que se produce en sus localidades, casos concretos: Oaxaca y Durango por
sólo mencionar algunos.
Mientras tanto, como dice
una buena amiga mía a quien quizá identifiquen por la frase, lo que nos queda a
la mayoría de los autores, es atejonarnos en nuestras trincheras de creación y
seguir golpeando los teclados lo mismo que las puertas, que unos y otras
conducen a los caminos necesarios para la satisfacción del trabajo artístico, a
saber, la creación y la difusión del trabajo terminado, porque, retomando lo
establecido por Heidegger, ninguno de
los dos es posible sin el otro y ambos ennoblecen y sensibilizan a la sociedad
dentro de la que han sido concebidos.
Muchas gracias.
Muchas gracias.
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(1) Texto leído el miércoles 19 de septiembre de 2012 durante los festejos por el XV aniversario de La maga en la mesa titulada La importancia de los espacios de difusión cultural alternativos para la literatura local.
(1) Texto leído el miércoles 19 de septiembre de 2012 durante los festejos por el XV aniversario de La maga en la mesa titulada La importancia de los espacios de difusión cultural alternativos para la literatura local.
(2) Heidegger, Martín. Arte y Poesía,
Fondo de Cultura Económica, Breviarios 229, México, 2002 pp. 148 p. 37.
(3) Heidegger, Op. Cit. p.104
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