Olix nta malegr dqsts conmig xq tqm bsos :-)
Si
usted no entendió la frase que acaba de leer, es porque desconoce la forma de
escribir de los jóvenes en las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación.
Actualmente,
el servicio que más se utiliza en telefonía móvil es el de SMS (Short Message Service o servicio de mensajes cortos). A 20 años
de su creación, es muy atractivo para los jóvenes puesto que es instantáneo, económico,
los acerca a sus iguales y queda fuera del control de los adultos; les da
independencia.
A
los adolescentes, “su relación con el móvil les diferencia como un grupo social
independiente en el que tanto el uso del código cifrado como la personalización
del aparato sirven para reafirmar la individualidad del usuario y su
pertenencia a un grupo determinado” nos dicen Elena Alonso, Manuel Perea de la Universitat de València en su
ensayo SMS: Impacto social y cognitivo.
La
utilización de las nuevas tecnologías, con las ventajas que ofrecen, forma
parte de las prácticas juveniles de todos los días, a toda hora, provocando una
curiosa simbiosis entre el teléfono celular y los muchachos, generando una
serie de cambios sociales y culturales.
Los
SMS brindan a los usuarios jóvenes una mayor privacidad que el teléfono, hay
una estrecha relación con sus pares, les da status, se sienten identificados, y
ven a las nuevas tecnologías como una herramienta, un apéndice, un aliado, un
complemento en sus relaciones sociales.
Sin
embargo, este sistema de comunicación tiene un inconveniente: está limitado en
cuanto al número de caracteres (160) que se pueden utilizar en cada mensaje. Es
por ello que los jóvenes se han inventado una nueva lingüística textual basada
en acortar palabras y la creación de representaciones con signos que expresan
emociones (emoticones) para sintetizar al máximo sus mensajes en tan reducido
espacio.
El
uso abreviado del lenguaje es un signo de los “net-generation”. En su ensayo “Jóvenes y nuevas tecnologías, estado de la
cuestión” Cristian Figueredo y Carmen
Ramírez Belmonte mencionan que “Los jóvenes de hoy en día, han crecido
prácticamente con estos avances y son las primeras generaciones que han
experimentado un cambio en las costumbres, hábitos y actitudes”.
Un
rasgo significativo de este cambio es la utilización de una serie de siglas
para decir frases hechas, una especie de argot o jerga de internautas y de
mensajes de texto cortos por teléfonos celulares.
Así,
con menos caracteres se comunican más ideas.
De
ahí, de los SMS, esta forma de escritura ha transitado al “chat” vía internet y
a las cartas electrónicas, y de ahí al papel. Cada vez es más común ver a
jóvenes escribir recados, cartas, apuntes escolares e incluso tareas con este
“estilo”, y me temo que en el corto plazo va a ir ganando más espacios en la
vida cotidiana. Los efectos de esta mala influencia, en un futuro cercano,
serán catastróficos para nuestro idioma.
El
español es una lengua viva, que está en constante movimiento y que día con día
evoluciona: se eliminan algunos términos, se agregan otros más, se enriquece.
Sin embargo en la actualidad está sucediendo un fenómeno que va en sentido
contrario a este desarrollo.
Se
está dando una involución lingüística textual entre los jóvenes de la era
digital. Se está generando un cambio
en la forma de comunicarnos por escrito. Se está deformando al castellano
creando códigos de comunicación que nada aportan a la lengua y sí constituyen
una disfunción gramatical.
En
México, la Secretaría de Educación Pública, estableció en su sitio
www.clicseguro.sep.gob.mx la liga “Aki t dzimoz: ¿Cómo entender la forma en que
escriben tus hijos?” con información extraída del artículo No entiendo como
escriben los jóvenes en Internet, ¿Qué puedo hacer? escrito por Óscar Raúl
Ortrega Pacheco, para la ONG Navega Protegido.
Es,
nos dice la SEP, una “sencilla” guía para que los padres de familia puedan, más
o menos, “descifrar” esta ciberhabla (o
netñol, o webñol, como también se le conoce), que utilizan los “chavos”, con
una explicación de las letras que sustituyen por otras, o las que de plano
eliminan, complementado con algunos ejemplos de palabras o frases de “uso
frecuente en servicios de mensajería instantánea” y algunas expresiones con
caracteres, :-(.
Cuando
estas tecnologías surgieron y noté el entusiasmo con el que los jóvenes se acercaron
a ellas, pensé con optimismo que el género epistolar estaba por renacer. Y sí,
la gente ahora se comunica más por
escrito, pero de una manera inadecuada y nada ortodoxa.
No
hay respeto por nuestro idioma. Al escribir se olvidan de la gramática, las
tildes brillan por su ausencia, la hache como si no existiera, ¡Palabras sin
una sola vocal! ¡Han creado una serie de aberraciones lingüísticas!
Así,
por ejemplo, por qué se convierte en xq,
para en xa, mucha en muxa, guapa en wapa, chicos en xkos, no sé
en n c, acerca en acerk, bien en bn, grax
es igual a gracias, dnd es donde, kmbio es cambio, cuidenc es cuídense, com tas
es ¿Cómo estás?, nta es neta, qpex es ¿Qué onda?, vdd es verdad, zper es
súper, pda es borrachera o fiesta, y weno es bueno.
O
peor: BFF significa “best friends
forever” (mejores amigos para siempre), by
es adiós, plis o xfa es por favor, to2 es
todos y B7 es besitos.
Además
de utilizar un “vocabulario” muy reducido.
Ellos
argumentan la practicidad, la rapidez, la inmediatez; señal de la época y de la
prisa con la que se vive en las urbes. Cuando se les cuestiona lo tachan a uno
de anacrónico y de no entender la comunicación por las nuevas tecnologías. Quizá
tengan razón.
El
hecho es que los hoy jóvenes mañana serán adultos que seguirán usando esta
forma de construcción lingüística, las nuevas generaciones la adoptarán y,
lamentablemente, se convertirá en una práctica “normal”.
Aducen
también la fugacidad de los mensajes. Aunque los SMS sean efímeros puesto que inmediatamente
después de ser recibidos y leídos casi siempre son borrados, y no queda
evidencia de ellos, esto no quiere decir que se exima al remitente de observar
las normas gramaticales.
Nada
justifica este atentado contra la sintaxis y la ortografía.
_______________________________________________
Referencias
Aprender a ‘desescribir’,
XIMÉNEZ DE SANDOVAL Pablo, El País, Madrid 2001
SMS:
Impacto social y cognitivo, ALONSO
Elena, PEREA Manuel