Por Arturo Escajadillo Villanueva | 5o- de Comunicación sabatino
El término crítica proviene
del latín criticus y éste del griego kritikós: “capaz de discernir”, es
decir la facultad que tenemos para diferenciar una cosa de otra.
Fundamentalmente, la
crítica periodística presenta el punto de vista, la opinión, de un especialista
sobre un tema específico, por medio de un análisis y una evaluación, determinando
una conclusión valorativa, con el objetivo de que el lector tenga una mejor
comprensión del asunto del que se trate.
Este ejercicio
periodístico debe ser imparcial, sin embargo en México hay poca crítica especializada
y ésta se lleva a cabo, generalmente, de manera deficiente y parcial; la
mayoría de las veces en nada contribuye a comprender los asuntos públicos de
interés general.
Siempre ha sido, es y
será más fácil criticar que crear; aunque hay quien, extraordinariamente, crea al
hacer un ejercicio crítico.
La crítica periodística
en nuestro país suele ser negativa, destructiva; pocas veces constructiva o
propositiva. Los críticos, con algunas excepciones, se limitan a señalar errores,
o simplemente a hablar mal sin fundamento de una persona, obra o asunto.
Descargan sus frustraciones en sus textos y anteponen sus filias y fobias con
la intención de causar daño impunemente, o ensalzar a alguien motivados por
algún interés particular.
Escudados en la
“libertad de expresión” muchos “críticos” utilizan sus plumas como armas para increpar,
desacreditar y calumniar irresponsablemente, a quienes consideran deben
ser blanco de sus “críticas”. En una práctica abusiva del periodismo, se convierten
de esta manera en inflexibles jueces y verdugos de sus tribunales mediáticos
que destruyen la imagen y la reputación de cualquiera, en juicios
sumarios donde ellos, despiadadamente, deciden a quién condenar al oprobio.
Dejan de lado el
análisis en sus textos repletos de lugares comunes, verdades a medias,
conjeturas y adjetivos que poco explican y mucho confunden. Se piensan poseedores de la
verdad absoluta, no exponen los hechos ni argumentan, emiten con ligereza opiniones
subjetivas, pontifican, no admiten réplicas, sacan conclusiones a priori y
finalmente dictan sentencia.
En México hace falta
una crítica especializada más responsable y profesional. Actualmente hay quien
piensa que el periodismo tiene que ser crítico; sí, pero debe ejercerse sin
dogmatismos, con rigor intelectual, independencia y honestidad.
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