martes, 24 de julio de 2012

Buenas noches, buena suerte o la lucha contra el principio del miedo

Por Arturo Escajadillo Villanueva | 5o- de Comunicación sabatino


Si seguimos como ahora, la historia tomará su venganza 
y la retribución será justo la que merezcamos 
Edward Murrow octubre 25, 1958





Empezaré diciendo que me parece un gran acierto el que hayan filmado en blanco y negro, con una estética de documental, y que mezclaran pietaje original de la Columbia Broadcasting System (CBS), en este film que narra un episodio poco conocido acerca de la intolerancia “macartista” y la libertad de expresión, en una época en que la incipiente TV estadounidense no asumía una posición crítica, y era sumisa al sistema. 

See it now, controvertido programa de análisis, alza la voz y cuestiona seriamente las persecuciones producto de la paranoia anticomunista de Joseph McCarthy en el senado de Estados Unidos.

Edward Murrow, periodista prestigiado y respetado, con una larga trayectoria, pionero en el manejo de la información noticiosa por televisión, protagonizó este enfrentamiento con el poder. El título de la película se debe a la frase con que el conductor despedía el programa: “Buenas noches y buena suerte”.

De manera objetiva, al periodista le bastó presentar las declaraciones del senador, los acusados y algunos participantes en las reuniones del comité para evidenciar la injusticia que se cometía contra un miembro del Ejército. Así nacía el periodismo televisivo comprometido con la sociedad, la verdad, el derecho a la información, y la libre expresión.

La CBS ofreció a McCarthy hacer valer su derecho de réplica; espacio que el senador utilizó, para denostar e infamar al periodista, golpetear a la televisora y acusarlos de tener intereses comunistas, como era su costumbre con todo aquel que no estuviera de acuerdo con él. Me parece genial el no utilizar un actor que interprete al senador, sino imagen documental de archivo.

Con rigor periodístico y argumentos sólidos, Murrow logró influir en los miembros del comité, y pudo cambiar el rumbo del tribunal que presidía McCarthy. Incluso corrió el rumor de que el Ejército pediría al senado cuentas sobre la actitud inquisidora del senador republicano.

Al final, la televisora no aguantó la presión de algunos políticos y de varios anunciantes que le retiraron su publicidad, no sólo al programa sino también a la estación, y primero lo quita del horario estelar y lo manda al domingo por la noche, para finalmente sacarlo del aire. Antes de que eso ocurra sin embargo, Murrow agotará hasta el último segundo de la serie para confrontar a McCarthy y su cacería de brujas.

La película es una obra maestra que nos muestra esta historia acerca del poder del periodismo por televisión y lo incómodo que puede resultar para los políticos antidemocráticos que abusan del poder. Todo esto entrelazado con historias paralelas: el suicidio del presentador de noticias Don Hollenbeck, la política laboral que no permite matrimonios entre los trabajadores de la corporación, y las cadenciosas secuencias de versiones de canciones clásicas de jazz interpretadas por Dianne Reeves (que supongo pertenecen al catálogo de Columbia Records).

Hay que conocer el pasado, para entender el presente y construir un mejor futuro.

La intolerancia del senador republicano que justificaba el linchamiento de supuestos comunistas, argumentando con injurias y mentiras “la maldad de fuerzas oscuras que buscan la desestabilización de la nación” hoy la podemos encontrar teniendo como blanco a presuntos terroristas, o incluso a miembros de “Yo soy 132”. El recurso del miedo.



Estoy de acuerdo con la crítica que hace Murrow a la TV en el magnífico discurso con el que abre y cierra la película. Por supuesto que la televisión es mucho más que un recurso para entretener, divertir y enajenar: “Este instrumento puede enseñar, puede iluminar, incluso puede inspirar, pero solamente puede ser una extensión si los seres humanos deciden usarlo para lograr esos fines”.

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