miércoles, 26 de septiembre de 2012

Crónica personal del desarrollo de espacios para la difusión de la literatura morelense



 Por Juan Pablo Picazo | Tutor de Comunicación

Buenas noches (1):

Dice el filósofo alemán Martín Heidegger, en su ensayo El origen de la obra de arte, que el artista procede de la obra así como ésta procede de él, de modo que uno no es sin el otro (2). Dicho esto bastaría para creer, entre escritores, que el único propósito del texto es el ser escrito por el autor y que éste ha de ser considerado autor sólo por haber escrito la obra, pero no es así.

Dice aún más Heidegger, y lo hace de un modo categórico: “Si una obra no puede ser sin ser creada, pues necesita esencialmente los creadores, tampoco puede lo creado mismo llegar a ser existente sin la contemplación (3)”. Así pues, la difusión de la obra de arte en el seno de la sociedad que la ha producido es imprescindible para que alcance su completa condición como instrumento de la cultura para hacer patente la verdad del mundo que la concibió.

El tutor de Comunicación,
durante su participación en los
festejos por el XV aniversario
de la Maga.
Desde que comencé a publicar mis primeros textos en los medios locales hacia 1988 y hasta la fecha, una de las características inequívocas de la literatura en el estado de Morelos fue la escasez crónica de espacios para publicar, exponer, analizar y enseñar nuestra disciplina artística. Un servidor encontró que la razón principal para ello es que la literatura, según el juicio de aquellos a quienes compete por encargo público promoverla, carece del brillo glamoroso de los escenarios y las galerías, y por lo tanto, de las salas abarrotadas. Por lo que en el consabido idioma de los informes de gestión, las artes escénicas y las artes plásticas, dan mucho más que reportar en rubros como “población beneficiada” y “acciones de gobierno”.

Y no es que la literatura carezca de poder para convocar a las multitudes, las apariciones públicas de grandes autores como nuestro Jaime Sabines en 1996 y Mario Banedetti en 1998, quienes abarrotaron Bellas Artes, lo demuestran. No, pero de acuerdo con las mentes de varios gobiernos —hasta ahora con dos colores diferentes— la literatura no “viste” igual, como se los hemos oído decir en corto repetidas veces.

Ya algún director del Instituto de Cultura de cuyo nombre no vale la pena acordarse, hizo un ambiguo intento por remediar esta carencia convocando a varios artistas de diversas disciplinas a integrar un consejo asesor que le hiciera ver clara la situación con respecto a los espacios destinados a la difusión. Cuando tocó en turno la correspondiente a las letras morelenses, nombró un coordinador de literatura —pues la figura no existía en su estructura debido a que no estaba ordenado así en su decreto de creación— y más tarde el asunto se olvidó, pese a nuestra oficiosa tarea de recordarle tal pendiente, lo que a la larga fue uno de los factores que le llevó a disolver dicho consejo.

Ya luego se pondrían en práctica otras ideas para remediar esta falta; entre otras, la creación de una Coordinación editorial, cuya labor ha estado supeditada a los propios programas emanados del Instituto y en una u otra administración, también a la urgente tarea de publicar a un cierto sector de autores muy cercanos a sus estructuras; no niego que haya venido mejorando su actuación desde entonces, pero resta mucho por hacer.

Llegados a este punto, como la iniciativa privada tradicional tampoco tomara en sus manos lo que los gobiernos sólo han atenuado con placebos, eso sí bienintencionados, los propios escritores han mutado en más de un caso en editores independientes, y así, mediante revistas como El perro azul y La piedra, o editoriales como Clandestino y Zetina y espacios como el Callejón del libro procuran suplir la falta.

O bien, una nueva clase empresarial instalada en la seguridad de que la cultura puede también ser una industria, han abierto foros como La maga, y El manojo  entre muchas otras iniciativas cuya importancia es innegable, han brindado a la literatura morelense nuevos y refrescantes cauces, como bien le corresponde.

Tras 24 años de andanzas sin embargo, veo que muchas cosas han cambiado. Los escritores de la entidad como los de cualquier parte del mundo con acceso a la red de redes, tenemos múltiples posibilidades para debatir, publicar, desarrollar programas de radio y televisión y hasta editar nuestra propia obra, gracias a la blogósfera y las redes sociales, lo que es de suyo maravilloso sin que por ello las instancias obligadas por la ley a crear y promover espacios dignos y accesibles, estén disculpadas de su tarea. En ese renglón no estamos ante un avance sustancial, pues pese a los pasos timoratos, que son pasos adelante al fin y al cabo, aun faltan los espacios equitativos y la edición plural del trabajo de los autores morelenses.

La mesa de análisis en pleno. de izquierda a derecha:
Bárbara Durán, Kenia Cano, Davo Valdéz,
Alma Karla Sandoval y Juan Pablo Picazo. 
Así, quizá la organización social surgida a raíz de la violencia y la inseguridad, a la cual los escritores no somos por supuesto ajenos, tarde o temprano rinda frutos como en su momento lo han hecho las asociaciones, sociedades y otros tantos organismos de autores en otros estados, cuyo trabajo colegiado ha logrado la apertura de espacios, la instauración de programas e incluso el inicio de concursos a lo mejor que se produce en sus localidades, casos concretos: Oaxaca y Durango por sólo mencionar algunos.

Mientras tanto, como dice una buena amiga mía a quien quizá identifiquen por la frase, lo que nos queda a la mayoría de los autores, es atejonarnos en nuestras trincheras de creación y seguir golpeando los teclados lo mismo que las puertas, que unos y otras conducen a los caminos necesarios para la satisfacción del trabajo artístico, a saber, la creación y la difusión del trabajo terminado, porque, retomando lo establecido por Heidegger,  ninguno de los dos es posible sin el otro y ambos ennoblecen y sensibilizan a la sociedad dentro de la que han sido concebidos.

Muchas gracias.

______________
(1) Texto leído el miércoles 19 de septiembre de 2012 durante los festejos por el XV aniversario de La maga en la mesa titulada La importancia de los espacios de difusión cultural alternativos para la literatura local.
(2) Heidegger, Martín. Arte y Poesía, Fondo de Cultura Económica, Breviarios 229, México, 2002 pp. 148 p. 37.
(3) Heidegger, Op. Cit. p.104

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