jueves, 1 de noviembre de 2012

Desenfoques

Por Ana Laura Ocampo Nolasco | 3o. Diseño gráfico, escolarizado
 
Al comienzo esperas que todo lo que tienes permanezca contigo siempre. Piensas que las opiniones de los demás están tan fuera de lugar, que incluso no te importan, pero lo que en realidad haces es poner una barrera de ti mismo para que las puntas de las lanzas no rompan tu caparazón de piel y hueso. No quieras pretender que no te importa porque sé que piensas en ello una y otra vez, buscando la manera de ser perfecto. Te torturas, recaes una y otra vez, enfermas y recaes, todo lo que sube recae y tú, como polvo en el viento, llegas al cielo y recaes.
Te levantas pavoneado extendiendo tus colores brillantes, buscas la felicidad en cosas triviales; pierdes el tiempo pensando en qué tan corta puede ser la vida, y mientras, pierdes más en pensar que deberías hacer algo con ella. Pasas los días viéndote al espejo, arreglándote el cabello o poniendo esmalte a una externa capa de células muertas y queratina, para que al final termine por caerse al paso de los días.
 
Piensas que las velas son útiles, sabiendo o no que la oscuridad ofrece más luz que las inútiles velas, luz que ni siquiera notas porque estás apurado en un intento de concebir fuego, volviéndote arcaico, raspando una y otra vez, tirarlo al intento fallido. Todo lo que te rodea vivo o muerto, está ahí y tú te ocupas en ti mismo como si las demás cosas no fueran a causarte ningún daño.
 
Te preocupan los demás pero no te importan más de lo que tú te importas mientras comes una guayaba verde, ¿por qué piensas que las maduras no sirven de nada?, te apresuras, te desesperas, te inquietas, te fastidias del mundo sin saber que en realidad lo estás de ti mismo; para que al final seamos solo un punto no identificado, insignificante, un desenfoque en la inmensidad de lo infinito y de su más allá, un desenfoque radial entre lo llamado cielo e infierno, entre las capas externas de la tierra, entre la oscuridad y la luz, entre el pasado y el presente. Un desenfoque, enfocado a una sola cosa, la parada inminente de tu tiempo, la muerte.

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