martes, 19 de marzo de 2013

Súper madres del Siglo XXI

Por Anai de León Miranda | Directora  del Departamento de psicopedagogía, Colegio Americano de Cuernavaca

Mujeres maternales, cuidadoras, trabajadoras, o profesionistas exitosas. ¿Es esta una tarea fácil de realizar? ¿Es un mito o una realidad? Esta difícil tarea exige a la mujer de hoy ajustarse constantemente a una infinidad de cambios para cubrir con creces las demandas de sus diferentes roles como madre, esposa, empleada o profesionista, extralimitándose a su propia naturaleza física.

La necesidad de auto realizarse obliga a la mujer a la aceptación gustosa de dicha complejidad, lo que le lleva al pago diario de una dolorosa factura, como el hecho de ver deteriorada su salud emocional, física y psicológica por el estrés constante al intentar ser una súper mamá moderna. 

Lo triste es que a pesar de todo, muchas madres no logran sentirse plenas y realizadas, pues la mayoría de las veces las cosas no funcionan como ellas esperan aún con todos los esfuerzos. Las demandas constantes de parte de sus hijos, esposos o jefes, las orillan permanentemente a cuestionarse si lo están haciendo bien, si está valiendo la pena. El saber si son buenas madres y si pueden lograr el éxito profesional sin descuidar su hogar y a sus hijos, es una de sus mayores preocupaciones, lo que en muchas ocasiones les llega hasta quitar el sueño.

La situación antes descrita genera culpa, y con el tiempo, depresión, lo que trae como consecuencia una frustración mayor que afectará también a los hijos. Un ejemplo de ello es Martha quien con 42 años a cuestas, nos comenta en terapia: “Últimamente me siento culpable, estoy constantemente cansada y no logro pasar más tiempo con mis hijos, quiero estar con ellos pero entre el trabajo y el hogar no me queda tiempo; ayer por ejemplo necesitaba dejar todo limpio, organizar la comida, revisar las cuentas, ir al súper, llevar a Isaac al doctor y a Rosita al dentista, ir al banco y regresar a la oficina por la tarde; por la noche regresé agotada y todavía tuve que preparar uniformes, el lunch del día siguiente, darles de cenar y mandarlos a dormir a su hora, prometiéndoles que ahora sí mañana jugaríamos un rato, pero... eso nunca sucede."

Agrega Martha: "Todos los días me repito: -Mañana trataré de pasar más tiempo con mis hijos. Al otro día la historia es la misma, y es cuento de nunca acabar, cuando veo ya es de noche y lo único que quiero, es tener un tiempo para repasar mis pendientes del otro día.” Martha vive agobiada, estresada y por supuesto malhumorada. La pregunta sería ¿Valdrá la pena lo que está haciendo? ¿En verdad se está realizando? ¿A dónde se dirige con esta forma de vida? ¿Qué resultados va obtener en un futuro con sus hijos?

Esta saturación de actividades y roles que cumplir obliga cada vez más a muchas mamás a vivir bajo presión constante, lo que las expone y hace peligrar la felicidad y tranquilidad del hogar. Situaciones como el tener que dejar solos a sus hijos o al cuidado de terceros, o mantener únicamente el rol de autoridad, proveedora o de mayor permisividad, la separa de mantener un vínculo real con su familia.  ¿El resultado? Sin darse cuenta, la mujer se convierte en una extraña, pues a pesar de vivir en la misma casa, su mente está centrada en organizar y planear cómo hacer para cumplir con sus actividades.

Esta situación parece ya tan normal que no puede notar cómo pierde los momentos más importantes de la vida de sus hijos. Lo anormal se disfraza de normalidad porque valora su ausencia en pro de una ganancia económica para el bienestar familiar que retribuirá en su independencia económica o satisfacción personal. ¿Pero qué sabe de sus hijos? ¿Qué piensan, qué sienten, a qué juegan y con quién juegan cuando ella no está?, ¿cuáles son sus sueños o sus mayores miedos? Irónicamente el motor de una madre es ofrecer mejor calidad de vida a sus hijos y con esta forma de vida, son ellos los más afectados. 

La solución no es que las madres se queden en casa, pues hay muchas que no trabajan y entre las amigas, el café y sus clases de pintura, Pilates o desarrollo humano, pasan menos tiempo con sus hijos que quienes sí lo hacen. No se trata de parar la realización y el progreso de la mujer, se trata de equilibrar, de poner en primer lugar el bienestar y la seguridad familiar, dejar de lado lo esperado por una sociedad artificial y consumista, y recobrar el verdadero valor de la familia fomentando la unión y el cuidado personal hacia los hijos.  Buscar no sólo darles el bienestar económico sino el emocional, planear la vida familiar de modo que la convivencia cotidiana sea posible, junto con la enseñanza de hábitos sanos y una disciplina dentro de límites del respeto y el amor.

Se trata de buscar las mejores oportunidades para el desarrollo personal que se ajusten mejor a los horarios de la familia, y no de adecuar la familia a los horarios de un trabajo demandante, pues por muy buenas ganancias que aporte, nunca podrá pagar la estabilidad y el sano crecimiento de los hijos.

Muy fácil decirlo, pero ¿Pero cómo hacerlo? La mujer está dotada de muchos talentos y habilidades. Debe ponerlos en práctica para lograr esta difícil tarea de ser una madre nutricia y una exitosa trabajadora al mismo tiempo, por ejemplo: 
  • Mantenerse siempre ubicada en su posición, primero se es madre y después se acomoda lo demás.
  • Amar el ser madre, no ver a los hijos como obligación.
  • Nunca olvidar la importancia de su papel como madre y formadora de los hijos.
  • Jamás anteponer por una ganancia económica su compromiso y papel de madre.
  • Nunca extralimitarse en sus compromisos, organizar sus tiempos.
  • Evitar vivir estresada y saturada de actividades laborales que la alejen constantemente de su hogar.
  • Buscar ocuparse dentro del horario escolar de sus hijos.
  • Mantener a sus hijos ocupados en actividades cuando los tenga que dejar por cuestiones de trabajo.
  • Evitar que se queden solos en casa viendo por horas la T.V o la Internet.
  • Organizar su tiempo para comer junto con sus hijos.
  • Dedicarles media hora mínimo de manera independiente a sus hijos para realizar una actividad o jugar un juego de mesa o platicar sobre sus necesidades e intereses.
  • Escuchar a sus hijos cuando estos demanden su atención, antes de dar una sentencia o juicio.
  • Sopesar y valorar que vale más un excelente puesto con ganancias formidables que requiere de usted 18 horas al día o un trabajo no tan remunerado que le permite vivir, pasar tiempo de calidad y cantidad con su familia.
Ser madre es una labor de entrega y compromiso constante, es la ocupación más redituable, un beso un abrazo de tus hijos, un "Gracias mamá", te dan toda la realización y ganancia deseable. Es una elección más no una imposición, puedes ser lo que quieras pero, primero eres mamá.

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