miércoles, 10 de abril de 2013

A propósito de Emiliano Zapata


Juan Pablo Picazo | CM Grupo Educativo Americano

Un siglo menos seis años hace que murió, y ya es de todo: ditirambo, ideología,  bandido, icono, bandera, pretexto, fuerza, historia, llavero, justificación, pintura, relicario, mito, diatriba, memoria, voz de muchos, leyenda, frase hecha, hartazgo, dilema, crítica, teoría, mural, apotegma, incomodidad, silencio, discurso, olvido y también un recuerdo que se muere en la mente de quienes cabalgaron junto a él. La lista no se termina aquí sin embargo.

Lo cierto es que no puede morirse del todo y forma parte de la cosmovisión del morelense. Los académicos, los políticos, los vendedores, amas de casa, estudiantes, taxistas, curanderos, médicos y prácticamente todo mundo le conoce, le recuerda, algunos incluso le tienen un lugar junto a su virgen de Guadalupe. Libros serios, ensayos breves, sesudos artículos, charlas magistrales, polémica callejera, y todavía no se comprende cabalmente, pues dicen que otros han dicho: “El pueblo que desconoce su historia está condenado a repetirla.” ¿La sabemos? ¿La estamos repitiendo?

Emiliano Zapata sin embargo debe sorprendernos aún por los logros, por las ideas de quienes le acompañaron y que han sido mal atribuidas a su persona, por sus magnos errores, esos que sólo pueden cometer quienes se lanzan a grandes empresas. Aunque lo parezca, nunca está todo dicho, la última palabra no existe. Avanzar por el camino del análisis y la reflexión es mucho mejor que el culto a la imagen, el uso indiscriminado de un personaje para abanderar las causas más disímiles, y la mitificación de un personaje histórico.

¿Cuál fue su principal aportación al México de hoy? ¿Qué de sus acciones nos legaron un mejor orden social? ¿Su lucha tuvo efectos adversos a corto y largo plazo que se acallan por no vulnerar una imagen que une a los morelenses? Acaso esas y muchas otras preguntas deben hacerse y ser respondidas de modo metódico y responsable. Repensar la historia es arrojar luz sobre nuestra cotidianidad, lo que abona en la construcción de futuros mucho mejores y más fructíferos.

Dejamos esta breve consideración a la Comunidad UAM. El papel de quienes tenemos acceso a la educación es precisamente despejar incógnitas, orientar la reflexión, crear opinión y por cierto, actuar en consecuencia, porque cada uno de nosotros forma parte de una comunidad mayor que está a la espera de mejores días, la llamamos Morelos, la llamamos México, la llamamos hogar.

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